Interrogaciones que bailan al son de mis desvaríos en cada rincón de mi cabeza, en cada resquicio de sensatez.
Quizá en algún momento tuve la clave, pero me fue arrebatada la capacidad de comprenderme. Porque me quiero y me odio, me hiero y curo mis heridas.
Aún me sorprende que te sorprendas; aún me emociona tú ilusión. Me da miedo verte y darme cuenta de que ya no duele. Me paraliza la idea de pensar que siempre me acompañaste y, ahora que no estás, es cuando más te quiero.
Porque me encanta que me mimes, mientras tú piensas que me defraudas. Porque me ahogo en mis propios mares...llenos de dudas, llenos de ti, de mí, de nadie.
Porque apareces como un día de buen sueño que se hace realidad, porque, quizá, las casualidades exiten.
Ni sé qué quiero escribir, ni a quién, ni por quién. Intento sin cesar encontrarle un sentido a este juego; una sonrisa que me recuerde que no está todo perdido.
Porque sé que no me equivoqué. Porque sé que es lo que quiero, lo que sé, lo que valgo.
Porque me miras y me alteras, te miro y...te sigo mirando. Te pido perdón y entiendes que es sólo cariño lo que llena mis intenciones.
No creas que puedo ponerle un remitente a mis pensamientos. Hoy se me antojó escupir cada palabra, expulsar cada lamento, plasmar la felicidad y llorar por lo que sueño.
La contradicción ha vuelto a casa después de un largo viaje, y, ahora, como parada en tierra de nadie, decido emprender la marcha hacia donde el tiempo, los días y el instinto quieran llevarme.
Aquí estoy. Creo que, desde que me encontré, nunca cometí el error de dejarme sola...