¿Dónde van a morir aquellas metas que no logramos alcanzar? Esas que nos queman el alma cuando se visten de recuerdo, y lamentamos no haber ni tan siquiera rozado todo aquello por lo que un día pasamos las noches en vela, al amparo de la luna y el deseo.
Es fácil llorar por lo que no conseguimos, retorcer de rabia nuestra piel pensando en cada paso que no supimos dar, y golpear hasta sangrar el puño las paredes por no sentir la gloria de habitar en el último peldaño.
Pero, en el fondo de nuestra conciencia, la rabia intenta gritar a nuestros oídos sordos que el cementerio de los sueños perdidos se encuentra en nuestro fracaso. Muy cerca de un rincón del subconsciente donde exiliamos cada pasaje que no queremos reconocer; donde evitamos pasar las horas por miedo a comprender que, al fin y al cabo, con permiso de la suerte, los sueños que no se cumplen permanecen para siempre en nosotros, que fuimos los únicos culpables de no arriesgar la vida en cada batalla, y no hacer todo lo posible por tornarlos realidad.
1 comentario:
De nada :p
Da que pensar eh? Y se podría diskutir sobre de esto, pero...creo que eso ya lo hemos hablado :p
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