Y no necesito forzar los latidos, ni mentir a mi conciencia. Ni pienso pedir recetas de amor en la farmacia, ni soñar con que eres quien quiero que seas.
Vendí hace mucho aquellos tiempos al mejor postor, y gané más de lo que pretendí quedarme. Incluso cuando pensaba que perdía más de lo que nunca quise apostar.
Es por eso que no dudo de seguridad ni conciencia, pero sí de la maldad y la honradez que, lejos de ser contradictorio, van de la mano más veces de las que a ellas les gustaría.
Lo cierto es que no encuentro ni un gramo de lo que quiero y tampoco me apetece buscarlo.
Y ya no estoy para jugar a los amantes, ni para medir mi aguante, ni para trabajar sin que me paguen. Y no quiero retroceder tres años, perdiendo pasos, olvidando necesarios errores.
Cuando llegue es que ha llegado, de momento, ni busco ni desespero. Ni veo cuentos donde sólo hay tebeos, ni novelas donde nadie sabe leer.
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