"A las personas hay que cuidarlas, recordarles de vez en cuando que son importantes, que se las necesita, que están a su lado por algo...;si no, se acaban marchando" C.P.M
A tenor de esta frase escribo la tercera entrada de mi blog; sumergida en un mar de pensamientos entrelazados, de cuadros abstractos que yo misma he pintado y ahora no entiendo...
Con el paso de los años no perdí esa absurda manía de revolver una y otra vez las cosas, de darme vueltas a mí y a todo lo que me rodea. Nunca aprendí a dejar que los temas fluyeran por sí solos, ni siquiera puse empeño en conseguirlo. Y día tras día alimento mi defecto con más vueltas de tuerca, llegando a la conclusión de que, por más que piense, si no hablo, no arreglo mis problemas. Pero de ver y entender la solución a llevarla a cabo hay un trecho tan grande como las ganas que tengo de no perderte.
Lo peor de todo es que después son las lágrimas las que me hacen compañía en mis noches. Y todo por ese absurdo antojo de mi conciencia y su idilio con el sentimiento de culpabilidad. Y mi afán por no querer alterar las cosas. Necesito gritar.
Perdonad por esta entrada, un pelín autobiográfica, quizá demasiado personal; pero mi única salida es desahogarme escribiendo y no encontré un lugar mejor. Igual algún día en vez de recurrir a mi cura de estrés particular, me decido a dejar atrás todos los remolinos de mi mente y actúo. Mientras tanto, me escondo en un frío blog de la inmensa red de redes. Últimamente todo es demasiado frío. Será el invierno.
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