miércoles, 8 de agosto de 2007

Historia sin final

Hace poco menos de un año, escribí esta desahogo de mi corazón en forma de metáfora, y, hoy, se me ha antojado colgarla aquí. Espero que os guste.

Me ha sorprendido la melancolía, entrando otra vez sin llamar. Recordándome, como cada día, que este camino no tiene final.
Estoy amueblando mi vida con muebles que nunca podré comprar, y sigo apostando por lo imposible, aunque el dolor es lo único que llego a ganar.

Sigo esperando ese tren que no llega, con el billete borrado de tanto llorar. La estación de la espera tiene un andén fantasma, del que por más que intento no puedo escapar. Los trenes que pasan me pitan y esperan, daría lo que fuera por poder viajar. Pero como imbecil me quedo sentada, no eres tú el que conduces, me vuelvo a esperar.

La esperanza murió hace ya mucho tiempo, pero aún me queda la ingenuidad que me ayuda a seguir construyendo este sueño, que por mucho que quiero no llego a alcanzar. Mi gran historia perdió su sentido, cuando supe que se había borrado el final. Ahora le busco uno alternativo, pero ¿qué sentido tiene si tú no estarás?

Entre rejas de angustia vivo atrapada, pero aunque lo intente no puedo escapar, me he puesto yo mis propias esposas...qué triste ironía, pero qué gran verdad. Cuando alguna vez he abierto los ojos, y en otros trenes me he dispuesto a explorar, te he visto tan lejos que rápidamente, sin importar que sufriera los he vuelto a cerrar.

Demasiado ha llovido desde que empezó el rodaje, de esta película muda y sin final, cómo quieres que algún día llegue a estrenarse, si el protagonista se larga para no volver más. A nadie le interesa ver a una niña, anclada sin rumbo, si no va a zarpar. Sólo se venden finales felices, qué pena que mi película sea la más triste realidad.

Perdí hace tiempo la razón y la firmeza, y aquello que nunca pensé que iba a olvidar, la filosofía que defiendo son palabras sin sentido, que solo consiguen convencer a los demás. Intento poner órden y, lo siento, me he perdido...ahora me toca volver a empezar. Repito cada hora esta absurda tarea, ni siquiera recuerdo lo que quiero ordenar. Atrás quedó la época en que yo era lo importante, ahora la importancia se ha encandilado de mi debilidad.

Mi cabeza se manifiesta, no le gusta la okupación, lleva aguantando años y años tu estancia sin permisión. Pero no se da cuenta de que quiere y no puede, que lo intenta sin ilusión, y es que no sé por qué razón extraña, hasta a mi mente has dejado en estado de demolición.
Para mi sorpresa aún está aquí la coherencia, que ejerce de jefe y me pide que despida al corazón. Y rendida ante la impotencia le digo que me costaría más cara la indemnización.


Recuerdo la vez que te vi parado en la vía, yo te pregunté si podía montar. Te lo pensaste durante unos segundos y me dijiste que sería mejor seguir tu camino en soledad. Ese absurdo miedo a descarrilar...

Si por casualidad te preguntas si todavía no he cesado de esperar, acercate y mírame a los ojos...te están gritando aunque nos los quieras escuchar. Y si algún día consigo darle a esta historia un final, habré coronado la cumbre que más he ansiado jamás. El fantasma de la esperanza me hace volver a soñar que la corono contigo...¿no ves que ni siquiera he aprendido a aceptar la realidad? Hace tiempo que cesé mis intentos de escalar, porque cada vez que he llegado arriba he vuelto a caer sin más, y ya no me quedan fuerzas para volverlo a intentar.


...Y así paso los días, desde que la vida, por simple capricho, nos quiso juntar, pero no de la forma que yo pretendía, y mi inconformismo me hace enfermar. Me paso las horas golpeando este suelo, ese que tu pisas y que yo ni llego a tocar. Si oyes un golpe soy yo desde abajo, intentando subir a acompañarte en tu caminar.




Aviso para navegante(s)...si haces memoria, recordarás que esto no va por ti. Por si acaso.

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