Dando un paseo

Hoy me he dado una vuelta por el que durante dos amargos meses (quizá más, quizá menos) fue mi hogar.
Un lugar oscuro,lleno de lágrimas, lleno de dolor. Donde las ganas de nada se elevan hasta el punto de no querer siquiera dormir ni despertar, vivir ni dejar de hacerlo. No salir, no hablar. Sólo empaparme de lágrimas hasta quedarme vacía.
Ese lugar en el que tantas veces soñé con que volvieras. Ese lugar en el que di la vuelta a la historia; en el que me culpé a mí misma de todo, para después caer en la cuenta de que lo único que había hecho mal era querer demasiado.
Ese lugar en el que caí, y que me convirtió en la triste sombra de lo que un día fui.
Ese lugar al que se entra sin alegría, sin ilusión, sin fuerzas, sin esperanza; propiedades que se tarda mucho en recuperar.
Ese lugar donde las noches y los dias son siempre lo mismo, donde se pierde la vida viendola pasar.
Ese lugar que tantas veces me vio desesperada, hundida entre los pedazos de mi corazón destrozado.
Ese lugar del que poco a poco vas saliendo. Cada día lloras menos. A veces, incluso, tienes ganas reales de abandonarlo. Y lo consigues, para volver a caer. Pero, llega el momento en el que ya no caes más. Te sientes liberada.Te sientes viva. Un nuevo abánico de posibilidades se abre ante ti. Te das cuenta, además, de que hay un sinfín de gente que ha trabajado duro, pegando pedazo por pedazo cada trozito de corazón. Puede que incluso en algún momento me sintiera hasta feliz.

Y hoy, paseando por aquel lugar, donde inevitablemente me he vuelto a encontrar, he pensado que quizá toda esa evolución, todos esos logros conseguidos, todas esas ganas de vivir y esa fuerza que he desarrollado en mí misma, no son más que espejismos. No son más que creencias que una interioriza y se repite mil veces para llegar a pensar que realmente ha superado algo tan duro. Porque, si con una conversación, he vuelto a perderme en el llanto, es porque me he vuelto a chocar de frente con algo que me hace un tremendo daño, por muy obcecada que estuviera en pensar que no.
Ese maldito lugar no ha cambiado nada. Sigue siendo exactamente como lo dejé hace un tiempo. Las mismas sensaciones. Incluso han llegado a aparecer ante mí los mismos razonamientos ilógicos. No sé que extraño poder tienes, que siempre acabo en el mismo punto de siempre, pensando que la culpa es mía, y que tú siempre tienes razón.

Ha sido el peor verano, lleno de errores absurdos. Recuerdo ahora las palabras de Raúl a principios de Junio. "No tío,no hay problema" -le decía yo. Recuerdo la hora exacta, el lugar y el día que, algún que otro mes después, le di la razón. Qué pena haber hecho oidos sordos a la gente que, desde fuera, tenían la única intención de verme volver a sonreir. Si, es cierto, Raúl, tenía que haberme quedado. Lo sé. No sé a qué extraño juego he jugado durante tantos días. No sé si el profundo amor que sentía justifica de alguna manera cada uno de los episodios lamentables. Creo que no. No sé qué he querido conseguir.
Sólo sé que hoy estoy aquí escribiendo esto. Y que las ganas de nada han vuelto a invadir todo mi tiempo. Con todo lo que tenía conseguido...