viernes, 30 de mayo de 2008

Confusión

Hace un par de años (mentira, no recuerdo cuándo fue, pero algo tenía que decir), mi madre llegó de su trabajo al mediodia, un día más. Reproduzco a continuación la conversación que mi hermano y yo siempre recordaremos como "confusión epi":


  • Mama: Me he encontrado un Epi hoy en el cine
  • Yo: ay!! a ver!!

Mi madre se dirige a su habitación, donde había dejado el bolso, para traernos el preciado trofeo; mientras mi hermano y yo empezábamos una sonora discusión -recuento de peluches actualmente en nuestra posesión incluido- para ver quién se quedaba con el Epi. Porque yo no quería revivir aquel día negro en el que me compré un Pato Lucas de peluche y mi hermano se lo quedó, alegando que "tú ya tienes muchos" (mi hermano...ese ser extraño, 28 años; mi maestro Jedi en lo freak)

Al cabo de unos minutos, aparece mi madre con esto:



Ante la rareza del momento, mi hermano y yo nos quedamos perplejos. No sabíamos qué decir. Cómo expresar nuestro asombro. Se me pasó por la cabeza contarle a mi madre una bonita historia sobre un barrio que había antes, que lo echaban por la tele y tal. Pero, afortunadamente, mi padre entró en escena:

¿¿¿ESTE ES EL EPI???? ¡¡¡PERO SI ESTO ES UN MONO DE MIERDA!!!




Sublime

lunes, 26 de mayo de 2008

Objetivo conseguido

Esta semana debe de estar siendo muy alegre por los pasillos de Prado del Rey. La televisión pública estatal hizo hace tiempo un llamamiento desesperado a todos aquellos miembros de mi generación (y generaciones más, generaciones menos...) que pasamos absolutamente de Eurovisión.Seguro que algunos, como yo, vimos el Europe's living a Celebration y, francamente, me atrevo a afirmar rotunadamente que desde aquel año no nos hemos vuelto a sentar frente al televisor para apoyar al representante español de turno. Hasta este año.

¡Salvemos Eurovisión! ha sido el grito de guerra de TVE para darle un poco de vida al Eurofestival político (porque la música es secundaria). Y, como decía, esta semana debe de estar siendo reconfortante en la cadena. Objetivo conseguido.

Cito a La Vanguardia [Artículo de hoy, 26 de mayo de 2008]: Eurovisión 2008 es el programa emitido por una sola cadena más visto en los últimos seis años | Durante la actuación del representante español se contabilizaron 13.873.000 espectadores, un 78,1% de 'share'

Casi na


El nacimiento


Una de las secciones del programa del late night de la Sexta, Buenafuente, se llama 'Actor de Guardia'. El argumento es aparentemente simple: Andreu tiene varias noticias, cada una en su sobre, y el actor que esa noche esté de guardia tiene que escoger al azar. Andreu lee la noticia y el actor, en pocos minutos, tiene que inventarse un personaje para aparecer después en plató y desarrollar una parodia de la noticia seleccionada.

Aquel 21 de Enero David Fernández era el actor de guardia. Este actor (con un gran curriclum a sus espaldas) se ha hecho famoso en el Terrat gracias a personajes como 'el gilipollas', 'Santi Clima', 'Risto Mejode', o 'Sarpozí'. Numerosos personajes que han llenado minutos y minutos de humor en el programa presentado por el showman made in Reus.
La noticia esa noche era la siguiente: "un inventor, crea un vibrador que se controla conectandolo con una guitarra eléctrica".
Minutos después, el actor entra en plató caracterizado como un Elvis Presley de boda en Las Vegas; pantalones vaqueros, camisa morada y chaleco indescriptible. Colgada lleva una guitarra de juguete. Comienza a hablar y apenas se le entiende. Se identifica como Ricardo. Os dejo aquí 7 minutos de la hilarante estrevista al supuesto iventor argentino:



No tengo ni la menor idea de lo que ocurrió entre el 21 de Enero y los primeros días de febrero. Del talento de quién nació la idea, ni dónde, ni quién apostó por ella. El caso es que en el programa 374 de Buenafuente ocurrió esto:





El resto de la historia la conoceis todos. Los que disfrutais del fenómeno y los que os quejais. Baila el chiki-chiki, canción más votada en Myspace para la selección final, para luchar por llevarse el billete a Belgrado. Y triunfó.

Yo estoy absorta completamente en el fenómeno Chikilicuatre. Y disfruto con ello. He sido una de las tantas personas que han sabido entender la broma, que ha tenido el placer de disfrutar del humor de la factoría Buenafuente en lugar de rechazarlo. Me he tomado la molestia de no pensar que Rodolfo Chikilicuatre es un friki cualquiera, como aquellos que hizo famoso Cárdenas en Crónicas Marcianas; he desnudado al personaje del momento para encontrarme debajo del tupé a David Fernández, para reirme con sus monólogos, para disfrutar de sus otros personajes y de su talento como actor. No me importa Eurovisión, respeto a quien le guste, pero, creo que el sábado quedó constancia de que más que reirnos nosotros de Europa con Rodolfo, ellos se ríen cada día de nuestro país, pensando que somos nada más que paella, toros, flamenco y olé. Eurovisión es una comunidad de vecinos que se votan entre ellos, y nosotros somos una península.


Yo soy una chikilicuatre. Soy una entre 14 millones de personas. 14 millones de personas que, junto con Rofoldo Chilicuatre, Disco, Gráfica y el humor, hemos salvado Eurovisión.



miércoles, 21 de mayo de 2008

Apuntes (II)

Aun a riesgo de que el blog acabe convirtiéndose en un lugar demasiado pasteloso, moña y/o cursi, quería dejar constancia por aquí de que, sin saber muy bien a santo de qué, lo único que he sabido hacer hoy ha sido sonreir.

Es curioso como ha cambiado todo por aquí en apenas año y medio.


Una entrada 'paja'. Lo sé. Pero, ¿qué queréis?


Por cierto, por si alguna de aquellas que me llaman friki se lo preguntaba: SÍ, me he bajado uno de los juegos para movil de Rodolfo Chikilicuatre.

martes, 13 de mayo de 2008

Todo tiene una historia

Todo tiene detrás una historia. Hasta lo más insignificante. Sólo es cuestión de mirar.

Cada día, el vagón de tren que me lleva hasta mi destino encierra cientos de historias que contar, cientos de personas, cada una con cientos de vivencias a sus espaldas, de lo más insignificante hasta los hechos mas relevantes. Yo, sin embargo, me limito a encerrarme en la música de mi iPod y las páginas de mi libro. Me encierro en las historias que otros cuentan y, cuando llego a casa, suelo sentir que he perdido la oportunidad. Que he perdido el tiempo. Como si supiera que, el día menos pensando, las historias que dejé escapar, que permanecen en el aire, en el ambiente de un vagón cualquiera, las cazó otro para que, gente como yo, pueda leerlas sobre el papel.

Sólo hace falta una visión de un segundo para encadenar uno por uno los fragmentos de una historia cualquiera; real o imaginaria, qué más da. Tan sólo un segundo y el libre albedrío de la imaginación son lo necesario para saciar las ganas de contar.
Un hombre con una maleta; una chica que mira al horizonte a través de la ventana; el malhumorado revisor; la niña que llora; los estudiantes que se quejan; el ruido del tren sobre las vías, y hasta la mosca que molesta a todos los viajeros. Todo, todo se puede contar. Pero, lejos de reaccionar, malgasto el largo trayecto en escuchar una y otra vez lo que otros ya han inventado; en leer lo que otros supieron aprovechar.

Basta con clavar la mirada un segundo y componer una melodía de palabras para poder sentir la enorme satisfacción de que estás contando la historia de algo, de alguien, la tuya misma. La satisfacción de saber que no pierdes el tiempo, que no dejas escapar historias. Que das vida a las palabras que viven inertes a la espera de que las encuentre la inquitud propia del hambre de quien desea escribir.

Que si tú no las cuentas, el día menos pensado otros lo habrán hecho por ti y, resignado, escucharás y leeras aquello que se te escapó mientras un tren de cercanías te llevaba al destino de todos los días.

domingo, 11 de mayo de 2008

Ya no sufro por amor

Yo tampoco creí nunca en los libros de autoayuda. Pero, lo cierto es que, y aunque la autora se empeñe en decir que éste no lo es, a mí me lo está pareciendo. Un libro de autoayuda en toda regla. Disfrazado de ensayo basado en un estudio psicológico. Pero, sin duda, un libro que ayuda a quien lo lee (que un libro que, de alguna manera, te ayuda al leerlo sea un libro de autoayuda es, en gran medida, una afirmación relativa, porque, incluso una novela puede arreglar los conflictos de quien la lee; pensamiento que afirmarán sin duda los que hayan leido, por citar un ejemplo, 'El caballero de la armadura oxidada').
Me refiero a Ya no sufro por amor, de mi venerada Lucía Etxebarría.
Lo reconfortante es que el libro no me está sirviendo de nada. Y digo reconfortante porque, darte cuenta de que un libro que habla de qué es y cómo superar la dependencia emocional, el maltrato psicológico, y la baja autoestima, no te está ayudando es, cuanto menos, agradable.
Para lo unico que me está haciendo falta (aparte de para llenar horas de inactividad - estoy devorando el libro literalmente, a veces, como alternativa a estudiar-) es para sentirme absolutamente conforme conmigo misma. Orgullosa.

Porque hay capítulos del libro que parecen una biografía de mi persona. Porque hay momentos negros de mi pasado fácilmente reconocibles en muchísimas de sus páginas. Pero aquí estoy. Salí de aquellos días entera, sin apenas rasguños. Y un poco más sabía, si me permitis la osadía.

Leer un libro que habla de algo tan desagradable y que no te sirva para nada, excepto para darte cuenta de que saliste de aquello a fuerza de creer en ti es maravillosamente reconfortante. Darte cuenta entre sus páginas de que has sabido vivir sin la cruz a cuestas de lo anteriormente vivido (no hablo sólo de amoríos, también de otros errores y lastres varios) y levantar con orgullo la cabeza cada mañana disfrutando de la vida, de verdad, es increíblemente fantástico.

Os recomiendo encarecidamente el libro para que os sintais como yo o para, simplemente, encontrar la forma de salir de los días oscuros.


Perdonad mi aparente prepotencia o supuesto complejo de superioridad mostrado en este artículo. Nada más lejos de mi intención. Simplemente me he dado cuenta de que soy muy afortunada. Lo llevaba sospechando unos meses ya, y hoy lo he confirmado. Soy feliz...qué alegría más tonta...

Ley de vida

El frió va conquistando la calle mientras ellos, como siempre, consumen las primeras horas del domingo entre copas, en el lugar de siempre. El alcohol empieza a alterar los comportamientos, comienza a dejarse notar en las palabras y, a veces, torpemente deja escapar cosas que no se quieren decir, o, incluso, es capaz de impulsar palabras al exterior, a los oidos del resto, que ellos nunca se atrevieron a liberar.

Y entre todas estas inesperadas -a la par que habituales- palabras de alcohol, surge una discusión. Una disputa entre aquellos dos que tantos momentos en común comparten. Secretos y confesiones. Fiestas y locuras. Recuerdos que, en medio de la disputa, parecen no haber existido jamás.

El tono de sus réplicas va subiendo a una velocidad directamente proporcional a la que disminuye el alcohol en sus vasos. Ambos están enzarzados en una discusión absurda. Yo los observo justo a su lado. Alguna vez intervengo.

Otras veces, sólo río, pensando en que, a veces, ni siquiera el alcohol es capaz de aclarar sus palabras. De unificar sus pensamientos porque, aunque se empeñen en defender lo suyo, los dos sienten exactamente lo mismo. Que el alcohol no es capaz de animarles a poner fin de una vez a ese innecesario embrollo. De soltar lo que tanto se callan, y que tanto les remuerde por dentro. Ese dolor que sienten cuando escuchan los nudillos de la ley de vida llamando a la puerta. Una ley de vida a la que aceptan, porque no hay más remedio. Pero, por la que discuten, armados con el orgullo. El orgullo que les impide dejar de discutir y decirse de forma sincera: "te voy a echar de menos"


Recuerdo perfectamente cada uno de sus argumentos. Los del que se va; los del que ve afectada la unidad del grupo con su marcha. Ambos parecían enfadados pero, paradojicamente, el motivo de su enojo era exactamente el mismo. Y es que duele, duele irse, duele ver a tus amigos marcharse. Duele crecer, duele separarse, duele no verse tanto como antes. Pero, aún queda tiempo, muchos meses por delante para disfrutar, y todos sabemos que siempre estaremos ahí. Sólo hay que adaptarse a la nueva amiga del grupo; sólo hay que hacerle un hueco a la ley de vida, y aprender a convivir con ella. Después de todo, siempre -lo sabéis de sobra- sin importar el tiempo que nos separe, habrá cosas que nunca cambien ;-)