Sí, caí en la indiferencia. Pequé de mis pecados.
Decidí llenar de humo mis pulmones y, a la luz del flexo, redactar línea por línea cada historia de escepticismo que nunca antes me creí.
Apagué en un parpadeo el ardor de mis suspiros y deshice las puntadas que sujetaban mis andrajos, hechos con hilos de vieja ambición.
Cuando asesiné a mi rabia con un golpe de voz desgarradora, me dispuse a destruir letra por letra los melosos versos que aquella noche cerrada te dediqué entre sonrisas, mientras tú jurabas fidelidad a un incierto amanecer que no terminaba de parir al sol.
Después de todo, sólo me queda esperar a que me mires de nuevo. Quizá ya ni eso me queda. Quizá no pretendo que me quede. O que te quedes, si es que alguna vez te fuiste.
Así que sí. Elegí la indiferencia. Me decanté por ella como la única salida de ese abismo, donde me faltaba el aire y la altura se me antojaba hazaña suicida. El único suelo contra el que estrellarme tras un salto necesario. La única manera que he encontrado para emprender el duro camino de intentar olvidarte.
5 comentarios:
Cualquiera que lo lea seguro que piensa que es su autobiografía... qué pena de humanos estamos hechos...
Como seguro que no es autobiográfico, dile al protagonista que deje de ser un soñador insaciable y que actue, que es dueñ@ de su propio destino.
No está pasando ya demasiado tiempo desde tu última entrada? A ver si va a ser verdad eso de que el éxito en tu carrera periodística está acabando contigo... que no quiero que mueras de éxito!
Un besote
Tiene usted razón...En lo de que está pasando demasiado tiempo...en lo del éxito no, que apesar de mi fama no olvido mis orígenes jajajaja :-P
Muaaaaaaak
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